Filborrones, una crónica a varias voces

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­­–Hola ¿Ya almorzaste? soy Egg, acércame el oído que te voy a contar un chisme–. En ese momento te acerco la mano para poder susurrar en confianza. En voz baja te digo:

–El 28 de abril, o sea el jueves, el grupo de jóvenes y adultos de la escuela de artes literarias emprendió un viaje sideral. Con cascos de astronauta, y paquetes de chitos para el camino, abandonaron el planeta Xiuaté para ir a poner los ojos en otras órbitas, desorbitando las pupilas en los paisajes contenidos en cada libro oteado en la FILBO. A continuación, tómese de sus manos para que no se pierda, recuerde no sacar la cabeza ni sus brazos por las ventanas, porque vamos a viajar con ellos, que en sus relatos, nos contarán cómo experimentaron esta visita.

– ¿Qué tal? ¿Cómo están? Me imagino y espero, que bien. Yo soy Joel. Al llegar estoy contento y ansioso, pues me dirijo desde mi pueblo hacia la ciudad a visitar, por primera vez, la Feria del Libro. Observo un día gris, lluvioso. Temprano observo a cientos, o quizá miles de chicos que, al igual que yo, hacen fila para ingresar. Con impaciencia todos esperamos a que se abran las puertas al público. Se abren al fin y, con las personas con las que voy, ingreso; veo alegría, entusiasmo, expectativa. Sin duda la magia, el poder, la fuerza, la maravilla que los libros tienen genera pasión, interés, atracción. Quizá todos sabemos que allí, en los libros, se encuentran diversidades de mundos a los que nuestros ser siempre ha querido hallar.

–Bienvenidos, mis queridos difuntos. Espero que el frío de la madrugada no los haya atormentado tanto hoy. Ustedes pueden llamarme Vic.

–Llegamos a eso de las 8 am. Nuestros cuerpos bajaron uno a uno por entre la puerta del bus, arrastrando nuestros pies, cargados de sueño y frío. Al acercarnos, nos dieron la cruel y desilusionante noticia <<no pueden entrar hasta las 10 am>>. Cabizbajos y carilargos, andamos hacia una cafetería que se encontraba unos tantos pasos adelante; allanamos cordialmente aquel establecimiento y fuimos voluntariamente obligados a sentarnos alrededor de una mesa plateada. Cada quien pidió algo de comer y beber, yo mientras tanto, pedí apenas un café, –Habría deseado que estuviese helado–. Las voces de los seres que me acompañaban, rondaban difusas e inaudibles en mi mente, desbordadas de pensamientos sin tanta importancia como para ser relatados.

–Flotaban restos de espuma sobre mi bebida, burbujeante y palpitante de calor, –Quemaba mis demonios internos–. Constantemente me preguntaba <<¿Por qué llegamos tan temprano?>>, mientras que, al mismo tiempo, me reprochaba por obligar a mis ojos a bailar hasta las dos de la mañana. Todos se pusieron de pie, casi coreográficamente, dirigiéndose hacia la caja. Esperé mi turno y saqué de mi bolsillo un billete arrugado y maltratado, –Billete de borracho, le llaman por ahí–.

–Nos deslizamos en marcha hacia Corferias, y compramos la boleta de entrada, –En ese momento sentí que entraríamos, pero me equivoqué–. Por alguna razón que desconocía, nos quedamos parados como por 15 minutos, quizás esperando a alguien que nunca llegó. Por fin entramos y me transporté a un multiverso magistral.

– ¡Ey! ¡Hola! Qué bueno que estés aquí. Espera me quito este apestoso tapabocas y te sigo contando. Yo soy Daxon.

–Fue un viaje largo, no te lo voy a negar, a bordo de una aeronave un poco vieja, pero rápida, que es lo importante, llegamos rápido, o eso creo, ya que me quedé dormido a mitad de camino, se me nubló la vista y me acogió el amigable frio madrugador que me arrulló en un profundo sueño hasta mi destino. No debí hacerlo, lo sé, pero tampoco pude evitarlo. Preferí imaginarme ansiosamente el momento de la llegada, estar mirando por un largo tiempo la parte trasera de un viejo sillón que estaba infinitamente rayado por las miles de personas que alguna vez estuvieron sentadas, igual que yo, en este vehículo.

–Bueno, vamos a ver con qué nos encontramos. ¡Sorpréndenos FILBO!– Dice el profe, o yo, Egg, que somos lo mismo.

–Yo, Joel, me encontré con una gran promoción de libros, libros geniales. Desde recetas culinarias “pescados y mariscos” hasta sofisticados tratados de física cuántica. Pasando por novelas, desde policíacas y de amor, hasta existencialistas. Habiendo también libros de temáticas variadas, desde cómo construir casas para perros, hasta política internacional. Pasé por títulos como “Los derechos de las plantas” o “Increíbles para la tos”, “Cómo reparar relojes” o “el despiadado paso del tiempo” “¿Por qué nuestra mente nos apresa?”, “Pollo apanado, presa a presa”, “Trabajando con destreza la pereza”, “Los amores de Teresa”, “Los modales en la mesa”, “Oligoelementos para la cabeza” “¿Cómo superar la pobreza?”, “Asesinos por naturaleza”, “Cómo hacer que tu marido se olvide de esa”, “Vino tinto de cereza”, “Amor a la holandesa”, “¿Quién mató a la marquesa?”, “Simplemente una promesa”, “Decorando la corteza” o “La revolución de la hamburguesa”.

–En medio de la frustración –te habla Paola, por si acaso–, la situación paso a paso se tornaba más compleja, comía y me alimentaba de manera agradable pero mi ser en el interior tenía la intención de robarse unos cuantos libros y salir corriendo con ellos, ya que el dinero no alcanzaba para comprarlos, por mucho lograba comer. Por un lado mi mente se apoderaba de aquellos malos pensamientos y en ocasiones mi ser se nublaba por dejarse llevar de ellos, lastimosamente no logré evadir mi ética y lealtad para lograrlo, así que me mantuve con mi sueño frustrado. 

– ¿Qué tal les fue? Vic de nuevo. Espero que este escrito esté despertando sus pocas ganas de vivir.

Nos adentramos a lo que parecía ser una guarida oscura y un tanto silenciosa. Todos mis sentidos eran deleitados por aquellas letras y poemas, colgados desde el techo, plasmados en brillosas tablas blancas. Tomé fotografías a los que rozaron levemente mi vacío corazón. Di unos pasos hacia el interior de ese acogedor lugar, y nos invitaron a pintar lo que se nos ocurriera acerca de temas sociales. Eché cabeza por un largo tiempo, hasta que mi mente y mis dedos se unieron, bailando sobre el lienzo para retratar lo que sería un CAI con libros, alusivo a las protestas y los bibliocais del año anterior, –Mi madre lo odió–. Caminamos hacia la salida, siendo detenidos por una pared aledaña. Plasmaron sus rostros particulares en cámaras de celular. Pasé por entre las puertas. Brillantes gotas de lluvia brotaron desde el cielo gris, y chocaron sucesivamente contra el suelo.

-Yo soy Xadri, y llevé mi lengua a saborear la feria. Mientras Caminaba por los mares de la lectura, mis papilas gustativas saboreaban las dulces, amargas y acidas letras de algunos poemas, en otros simplemente sentía como mi garganta se secaba como el árido desierto del Sahara produciendo en mi sensación de angustia y miedo, era tan fuerte la sensación que producía esto que hacía que mi cuerpo sintiera escalofríos. Empecé a buscar entre otras letras sensaciones más agradables y las encontré en letras que hicieron que riera y recordara momentos gratos de mi infancia, cuando todo era más sencillo, cuando se bromeaba y se jugaba juegos de niños.

Hice buches y gárgaras con los rollos narrados en los libros, los envolví como tacos para ponerles la salsa de mi existencia, fue una feria gastronómica para leer a la carta, salí satisfecha de allí.

–Este viaje va llegando a su fin; yo, el profe Egg, les agradezco por viajar con nosotros. La verdad es que este texto era una excusa para antojarlos. La feria del libro ya terminó, pero durante todo el año estamos en la biblioteca municipal haciendo toda clase de despegues y alunizajes. Si quieres asistir a uno de ellos visítanos, también puedes llevarte algunos libros para que viajes desde casa. Recuerda que en la biblioteca hay una regla que nadie puede romper jamás.

¡ESTÁ PROHIBIDO ABURRIRSE!

¡Saludos!

Texto escrito por los estudiantes de Artes Literarias EFAC.

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